MARGARITAS
Carlos Alfonso 1986 Popayán, Colombia.

`Ella cuenta que surgió de un sueño con una culebra tan larga que podía unir dos montañas hasta el punto de fundirlas en una sola. Imitando una cuerda oja, la culebra se amarró con su cola a la primera y de la segunda se agarró con sus colmillos, juntando territorios como cables telefónicos, y rompiendo el ritual del Ouroboros, se tensionaba por nudos que atraían las montañas hasta el punto de convertir las dos en una...`´

Como un músico, un deportista o un mago, lo más sustancioso sucede en el estudio, en el campo de entrenamiento, o en el antes del espectáculo. Es en este espacio donde se permite la experimentación, el error y el fracaso, y para ubicarlo en algún lugar, concentrémonos en el medio. No es negro, ni blanco, y tampoco es gris, así coge velocidad, adquiriendo ritmo, y siguiendo esta lógica del ensayo, Margaritas se compone entre cciones, lo absurdo y lo coherente, fragmentándose en dos momentos –lo que ya existe y la mutación de lo que ya existe.

En este proceso, lo existente está representado en textos, imágenes y objetos, y su transformación es una continuación de éstas, en una secuencia de operaciones que parten de principios escultóricos, narrativos y performativos. Esto sugiere que el espacio de exhibición se usará como un taller, un campo de acción e improvisación, dónde el artista estará presente, articulando los dos momentos. Esta ruptura se comete deliberadamente para que la exhibición se mantenga en persistente acelere, elevando la temperatura, buscando calor y erosión, y sin la intención de concluir con algo terminado, el público es invitado para que pueda visitar constantemente la muestra.