CON LA PUNTA DEL DEDO
Giovanni Vargas 1976 Cali, Colombia
1.
En estos días el filósofo Simon Critchley escribió algo que tituló “no todo tiene que tener una explicación”. En él decía que no era necesario seguir cometiendo la misma equivocación que se cometió hace tanto: correr al “cientifismo” para defenderse del “oscurantismo”.
En estos días escuché a alguien decir que en física, se inventaban una teoría, y no importaba si esta era cierta o verdadera, sino que importaba el efecto que tenía en una realidad dada.
El psicoanálisis se inventó el inconsciente, algo que no tiene una localización física en el cuerpo, pero que solía (o pretendía) explicarlo todo. Se inventó algo que no “existe”, pero que opera. Hablamos de “la mente”, pero esta no es sinónimo de cerebro, ni tampoco el producto de la actividad de un órgano (únicamente). La mente no está ubicada en ningún espacio, pero surte efectos en los espacios.
Dios no existe, pero su mito creó un imperio y las guerras que estructuraron la versión oficial de La Historia. El inconsciente no existe pero crea enfermedades en los cuerpos. El diablo no existe pero es capaz de tejer la economía de una región.
2.
Hay un fenómeno de refracción de la luz que sucede al amanecer o al atardecer, a la que le llaman “luz verde”. Es esquiva, pero cuando se logra ver, se augura prosperidad para quien logra captarla. Las cámaras digitales no la captan, sólo las análogas. Escritores de ciencia ficción, cineastas y artistas han emprendido grandes viajes para ir en busca de ver esa luz difícil. Para verla se requiere de mucho trabajo y suerte. Demasiado esfuerzo para ver algo que sólo dura unos pocos segundos. Nada más parecido al arte, nada más parecido a la idea de dios o de diablo. Cuestiones de fe, instancias que son todo y nada a la misma vez.
3.
Una astrónoma, miraba por el telescopio, y al no saber qué era lo que estaba viendo, lo dibujaba. Una metodología que se encuentra en la base de todo dibujo, de toda investigación honesta.
Sin embargo la gente sigue siendo muy positivista. Sólo cree en lo palpable, en lo medible, y ni siquiera es capaz de aventurarse a ver la medición misma como ficción. Como dice Giovanni que decía Santo Tomás: “Hasta no tocar no creer”.
Visiones ornamentales de la ficción. Se cree que la metáfora es el decorado del pensamiento. Se cree que se es artista para hacer imágenes bonitas. Poco se cree que existan imágenes invisibles. Se sigue creyendo que las imágenes “son”, “existen”, son “dadas” como la historia; en vez de pensar que ellas aparecen.
Se cree que el performance es un género artístico que deriva de la teatralidad, del drama y del exceso de representación. Pero no se piensa que las imágenes son performativas: crean cosas, mutan, se actualizan, no preexisten al momento en que son vistas o leídas por alguien, están vivas.
¿Qué es un fantasma si no es visto por nadie?
2.
En la película November de Hito Steyerl se repite el dicho “ un revolucionario nunca muere”, y en alguna otra parte de la película dice que los muertos “se convierten en imágenes viajeras”. Cuando desaparece el cuerpo, aparece la imagen. Los muertos, revolucionarios o no, siguen operando en el mundo, a través de relatos. O como dice Mónica: “los muertos se convierten en imágenes con vida propia”.
3.
Los Zombies, los fantasmas y los vampiros son presencias espectrales, están entre la materialidad y la inmaterialidad, entre la vida y la muerte. Viven en un territorio mixto, habitan la bruma.
El espectro es la huella que deja un cuerpo inmaterial. Es el reino de todo lo que vibra, aunque no lo veamos. Tiene que ver con lo difuso, con la difusión, con lo que se esparce, se evapora. Con lo borroso. Es decir, con la visibilidad, es decir, con la manera en que se representa lo invisible.
¿Cómo se mueve un cuerpo sin materia, o qué efecto deja en nuestro cuerpo el paso de una entidad inmaterial?, ¿Cómo representamos ese efecto? ¿Cómo se percibe, con qué sentidos?
Quizá lo que nos interesa de “lo espectral” es que son acontecimientos que se captan con todo el cuerpo, no sólo con la vista.
Los espectros se presentan como un continuo, donde el rojo rápidamente se convierte en magenta y el magenta en cian, y hay unos puntos del continuo en los que uno no puede decir si es un color o el otro. Son los dos a la vez. El espectro, al ser la materialización de lo continuo, es la representación de lo irrepresentable.
La ciencia moderna es la disciplina de lo “discreto”, es decir, de lo fragmentado en pedacitos, de lo fragmentado a las malas. “Iluminismo” le llamaron a aquel periodo que nos encandelilló por volver discreto lo continuo.
Giovanni dice que si se estudia una línea espectral, se ven unos segmentos negros, pero que si se ven con cuidado, se puede notar que no son oscuridad sino exceso de luz. Estas líneas encarnan esta paradoja: hay cosas que iluminan tanto que se presentan a si mismas como instantes de oscuridad.
4.
El primer gesto claro que nos indica que un niño ha entrado en el lenguaje es el señalamiento con el dedo. El niño, el bebé, no sabe lo que ve, pero lo señala, como la astrónoma que al no saber lo que ve, lo dibuja. Ese es el prolegómeno del balbuceo. El señalamiento con el dedo se considera la primera enunciación de la humanidad: ahí está eso, aquí estoy yo, yo estoy separado de eso que señalo. La psicolingüística (una rama de la psicología que explica el nacimiento de la mente en relación al lenguaje) ha demostrado que para producir conocimiento, el ser humano no necesita tocar para creer, sino señalar para ubicarse.
5.
Aunque alguien explicó por qué las cosas caen del cielo, las cosas siguen cayendo del cielo sin explicación.
Ericka Florez