Humberto Junca se mueve entre el dibujo, el bricolaje (el uso desviado de objetos y medios) y la escritura, en un constante interés por cuestionar los parámetros preestablecidos de lo que se considera artístico. Junca se siente cómodo realizando cosas que un artista, se supone, no debe hacer: bordar, escribir palabras con blue jeans usados, llenar una galería con bolas de discoteca, rayar pupitres o copiar obsesivamente las ilustraciones de una cartilla infantil. Su obra, de factura delicada y cuidadosa, cuestiona cómo hemos sido educados, cómo hemos adquirido nuestros gustos estéticos y nuestra ética: porqué pensamos que lo bello es bello, que lo bueno es bueno y ¿qué pasaría si estamos equivocados?.